3 consejos para recordar el nombre de las personas y hacer que no olviden el tuyo en una presentación

Memorizar nombres
A todos nos ha sucedido que al ir a hablar con alguien que nos acaban de presentar ¡se nos ha olvidado su nombre!. Esto, que tiene muchas implicaciones, básicamente se traduce en una: ¡esa persona no te importa!, ¡no estás reconociendo el estatus que merece!…¡que es mucho!.

En las actuaciones de magia pasa con mucha frecuencia. De ahí que mucho magos copiemos a Juan Tamariz y cuando se nos olvida el nombre del voluntario se lo preguntemos y, una vez nos lo ha dicho, digamos: “¡Buena memoria!” (seguramente para volver a olvidarlo).

Si por el contrario recordamos el nombre de las personas esto tiene incluso efectos físicos, se agudizan sus sentidos, sus pupilas se dilatan, y su nivel de atención, te aseguro que va a aumentar.

A continuación, 3 consejos para recordar nombres (no podía ser de otra forma, el 3 es el número mágico):

Pon atención

Muchas veces no recordamos el nombre de nuestro interlocutor porque estamos a otra cosa. Por ejemplo, en lo próximo que vamos a decir o a hacer. Es muy importante que en el momento que digan su nombre estemos muy atentos y lo memoricemos, y para eso pasamos directamente al paso 2.

Repetir, repetir, repetir

Cuando nos digan su nombre, una buena forma de recordarlo es repetirlo, bien sea mentalmente, o mucho mejor, verbalmente. Así, podemos decir:
– “Encantado” y el nombre, “¿Cuántos añitos tienes…?” y el nombre (si es un niño, claro, si no no).
– O bien, “Un fuerte aplauso para el gran…” y el nombre (si es una actuación de magia, si es algo formal…pues no).

Establece asociaciones

Esta es una técnica muy utilizada en mnemotecnia. Se trata de establecer una relación entre el nombre y alguna característica física de la persona, o de su entorno, o de algo a lo que recuerda su nombre. Por ejemplo, si la persona se llama Estefanía, podemos fijarnos es su cara e imaginárnosla con una tiara con la cara de Estefanía de Mónaco. Cuanto más loca sea la asociación mejor funcionará. Si además incorporamos otros sentido, como el ruido de la muchedumbre y los caballos mientras Estefanía va en su carroza, ese nombre no lo olvidaremos jamás.

Igual que es importante acordarse de los nombres, resulta reconfortante que tu audiencia recuerde el tuyo, y para eso 3 consejos (por algo el 3 es el número mágico):

Repite tu nombre al principio

Cuando empieces la presentación, aunque te hayan presentado antes,…¡repite tu nombre!

Crea tú la asociación dentro de la presentación

Igual que antes, si además de decirlo intervienen otros sentidos, mucho mejor. Como ejemplo, yo cuando me presento ante un auditorio, muevo mi mano izquierda a modo de saludo real, con los dedos hacia arriba y movimientos rotacionales de la palma (como la monarquía, vamos) y digo: “Mi nombre es Juan Carlos, como el rey, bueno, el rey antiguo, el grande,…,pero me podéis llamar como me llama el pequeño…¡el pequeño Nicolás!…Juanki”. Es una frase que no tiene mucha gracia, pero el mensaje llega: digo mi nombre, lo asocio a un movimiento, que al principio el público no entiende, pero le hace pensar, le doy la solución, -claro, mueve la mano porque se llama Juan Carlos…- y ya está en su cabeza.

Repite tu nombre al final

Yo al final de la presentación suelo decir: “si os ha gustado recordad que mi nombre es Juan Carlos, y si no os ha gustado…recordad que soy Risto Mejide”. Aun así siempre hay quien al final te llama ¡Jose Carlos!…siempre hay excepciones.

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